Yo no sé la cantidad de muletazos que el torero soriano Rubén Sanz dará a lo largo del año o en toda su vida. Lo que sí puedo decir es que los primeros del 2.011 los he visto yo.
Hace muchos años, tal día como éste, salía yo temprano de casa y al primero que encontré fue al campeón del mundo y medallista Olímpico Abel Antón. Eran las 8:30 de la mañana y salía a entrenar. Entendí sus triunfos.
Cuando digo que toreó para mí, es cierto.
De los escasos días que Rubén no entrena uno es el primer día del año.
Tiene por costumbre visitar la ermita de San Saturio, patrón de la ciudad de Soria.
Le pedí el favor y a las nueve de la mañana nos fuimos a Valonsadero, no podíamos elegir mejor paraje para lo que nos proponíamos: empezar el año haciendo cada uno de los dos las cosas que más nos apasionan.
El flamenco y los toros fueron nuestro tema de conversación hasta llegar a Cañada Honda.
Su entrenamiento suele ser de cuatro horas de "toreo de salón". Yo ya conocía su particular forma de entrenar, al no tener carretón tiene que apañárselas el sólo con un sistema inventado por él, un problema que para nada merma su devoción. Apenas hablamos en las dos horas. Él está absolutamente concentrado en lo que hace y yo extasiado con el "lujo" del espectáculo. De vez en cuando Rubén susurrea con el toro. La frase "toro bonito" es la que más repite.
En algún pequeño descanso le pregunto cosas sobre todo técnicas y, con todo tipo de detalles, me da explicaciones que poca gente conoce. Entender de toros y futbol es común en las tertulias de los bares. A la hora y media me pregunta si me aburro y le digo que para nada. Necesita cuarenta minutos más para acabar su entrenamiento y me dice si no me importa que nos quedemos. Al terminar las tandas con la muleta y sudando a chorros me dice que ya ha terminado: "Que a gusto me he quedado" dice. Ha empezado a salir el sol y no hay nada de viento, es un magnífico día para entrenar.
Camino de Soria ya, le cuento que en una ocasión en una tienta en una finca del torero Joselito, éste prohibió a los periodistas terminantemente que cuando saliera la becerra hicieran movimiento alguno. Un periodista no le hizo caso y lo echó. Me comenta que eso es poco: en una tienta hace muchos años un ganadero a mi padre le dijo: "nadie se asome, nadie se mueva y si puede no respire". Hablamos de la crisis que la fiesta atraviesa y me dice " los toreros somos los únicos que matamos toros pero les damos la oportunidad de que nos maten a nosotros" .
Que quede claro que Rubén torea para él.